lunes, 30 de marzo de 2009

Tiro de Gracia

T I R O D E G R A C I A







de Antonio García Montes
13 de Septiembre 1.991






Lo efímero de los contrastes, colores, olores..., que circunstancialmente confluyen al caer la tarde, quizá otorgue al lugar armonías propias de los sueños: desbandadas de nubes blancas por cielos inmensos y azules; sólida concavidad del pavimento; envolvente convexidad de fachadas a rodales cobrizos; pluralidad de tonos y lustres en jambajes y aldabones; mil caprichos de hiedras, anemonas, geranio...
Bañada por la luz a raudales de una de sus callejuelas, una fuente de piedra musgosa en forma de copa de champagne, donde una escultural sirena, saltando en alas de la danza, se ha quedado inmóvil..., rozando el agua tan sólo con el extremo de su poderosa cola. El chorro que fluye de sus labios, salpica los mofletes de cuatro amorcillos que, con alborozados aleteos, procuran no resbalar por la panza turgente de la talla... El espigado pie del recipiente, palmo a palmo esculpido con guirnaldas de flores y serpientes venenosas, se apoya sobre un ribazo de césped oscuro, en cuyo verdor resaltan manojos de rosas rojas y margaritas.
A unos pasos se eleva otra fuente más pequeña, formada por una pirámide de granito pulido y un simple grifo de bronce. En esta fuente de agua potable beben perros, niños... y, de anochecido, trapisondean yonkis con sus jeringuillas sangrantes. Al otro lado de la plaza se ha detenido un hombre extremadamente fornido, despreocupado, pero orgulloso de sentirse preso en su uniforme de camuflaje..., armado con manga de riego color azul, comienza a refrescar las aceras hasta donde alcanza la fuerza del chorro. Intermitentemente rompe la rígida postura para enjugarse el sudor de la frente con el dorso de la mano que desprende liviana del talle... levanta una pierna noventa grados, y con el otro pie en punta sobre un adoquín, gira todo él, igual que un flamenco dando vueltas como un trompo... y mira de soslayo a la pareja de mujeres_pantera sentadas junto a un velador de la terraza de verano que, se arremolina en torno a la fuente grande.
Ellas, al sentirse espiadas, empuñan al unísono sus hopos, sumergen la punta en sendas copas de vino y con ellos húmedos se rocían una a otra la cara chillando traviesas... Después, a la par y con movimientos armónicos, se retocan el maquillaje fijas en unos espejitos previamente extraídos de sus respectivos bolsos... parece que cada movimiento, dentro del conjunto, se trazase al compás de un ritmo inaudible. La de pelaje más oscuro viste entera de azul, la otra de color guinda madura. A juego llevan melenas y bigotes __azabache la de azul y rojizo la de guinda__, y dos gorritas bilbaínas justo ocultando la oreja que cada cual sospecha, de sí, menos favorecedora.
Derrengadas sobre sillones de plástico amarillo limón, confluyendo sobre un único velador del mismo tono __esculturas de dos virtudes reflexivas__ se les intuyen cuerpos de proporciones exuberantes. Sus patas, cada par terciado sobre el brazo de un sillón, se balancean esculturales y sin mácula..., enfundadas en medias de seda negra y adornadas en el tobillo izquierdo por delgadas esclavitas de oro bizantino; de una y otra penden seis diminutas campanillas del noble metal. La de tez pálida y bigote pelirrojo se siente orgullosa de la esbeltez y prominencia de sus pómulos; tanto la de aceituna lo está de sus ojos verde mar, un poco revuelto; y ambas de sus labios rojos, ávidos y brillantes. Cuando la brisa sacude arriates, macetas y cabellos perfumados..., se aspiran aromas dulces, densos... como de herboristería.
__Primero vamos a brindar... ¡a ver...! ¿por qué brindamos? ¡Sí; vamos a brindar... vamos a brindar... vamos a brindar por...! __Insiste e insiste la del atuendo guinda, mientras sostiene la copa de vino con sofisticada dificultad.
__Eso digo yo..., ¿por quién brindamos? __replica la otra tratando de izar su copa más alto aún:
__¡...Pues; por los tigres! ...Si cesan de disparar fotos los coreanos de la mesa de al lado.
__¡...Eso; por los tigres y los gatos monteses! ...También, si desiste de escudriñarnos aquella gorda de pantalón rosa clarito, suéter lila y gafas como alitas de jilguero.
__¡Déjalo estar; no te enfurruñes! ¿No te encanta el valdepeñas...? ¡A mí me chifla!
__Pues, la verdad..., no sé si me gusta... Pero es tan así... ¡A veces pienso que no sería quien soy de no existir el valdepeñas... Y los tigres, por supuesto!
__Eso... ¡y los tigres... y los gatos monteses!
__Mira..., el valdepeñas es de un color... ¡cómo expresarlo...! Vamos, si es añejo, tiene un tono que... ¡digan lo que digan! se puede colocar en cualquier sitio; queda bien sobre blanco, al borde del turquesa... ¡te pongas lo que te pongas, va bien!
__A mí me encanta lo que combina con negro..., cómo luce con verde botella... ¡Y no te rías! ¡Di...! ¿En qué negro pensabas...? __Y prosigue, entornando los párpados__ ...A la grupa de un jaguar, con vestido negro y cortito de licra, unas buenas esmeraldas, la copa de valdepeñas... ¡y te puedes presentar adonde quieras!
Entre risas cada vez más estridentes, y de manera mecánica, vuelven a sostener los espejitos y las polveras. La de guinda confiesa entonces a su amiga, apelmazando con la zarpa el pompón de peluche lila:
__Pero..., si lo que estoy es llorando; sin darme cuenta he cambiado la risa por llanto...
__Ay; qué distraída... ¡anda qué!
__¡No digas que nunca te ha ocurrido!
__¡Tanto como nunca...! Ahora que lo refieres, recuerdo... ¡sí, muchas veces!
__Ya me extrañaba a mí... Vamos..., ¡hasta ahí podíamos llegar! ...si uno de los atributos...quizá el capital en las panteras es precisamente su llanto..., esas cristalinas lágrimas: lágrimas como zafiros, como rubíes...
La de ojos verdosos descuelga las patas del brazo del sillón, clava los afilados tacones en el asfalto, tiende la melena en el respaldo y, entrelazando las manos sobre el bolso de piel azulina que sostiene en el regazo, concluye con excelso patetismo:
__Sí; precisamente disponemos de esa dolorosa y fútil propiedad: minas de diamantes de agua salada.
__¡No exageres, Laura! ¡Qué pesimista! ¡ay...! ¿Te has percatado...? Por allí va una pareja de panteras como nosotras.
__¡No fastidies! Cada día abundan más... Esto se va a hacer intransitable. De seguir así, llegará el día en que seamos más híbridos que personas normales... ¡como lo oyes, Beatriz!
__No levantes así la zarpa, que pareces una gata maula...
__No, lo hice creyendo que el jardinero nos iba a enchufar con la manguera... ¡uy! ¡Se me ha puesto la piel de gallina y todo! ¡...Y además; hubiésemos salido escaldadas!
__¿Te fijaste con qué destreza bailaba sin desviar un ápice la curva de agua...?
__¡Debe ser tongo!
__¡Truco!
__¡Qué más da!
__¡A pesar de todo; demos gracias a Dios...!
__¡Cómo eres de extremista...! Y retomando lo que decías sobre nosotras... escucha, yo no defiendo a ultranza que esta condición sea la indicada, la mejor del mundo, la maravillosa...; pero hay que asumirla dignamente, sin hacer el minino... ¡que ya sería el colmo! ¿no estás conmigo, Beatriz?
__¡Pues, también es verdad...! Aunque sospecho que, tanto tú como yo, somos animales muy atípicos... ¡tal vez lloramos demasiado!
__Por cierto, y aprovechando el curso de la trama, ¿cuándo empezaste tú a notar los primeros síntomas, el hormigueo...? ¡si se puede saber, claro!
__¡Pues figúrate que surgió de forma repentina... así como si te atizan un pellizco! Estaba mirando con deleite y...
__¡Pensando en tus cosas...!
__Sí, soñando quimeras... ¿no puedo?... Pues, como te decía, estaba un atardecer desplomada en una tumbona cuando, de súbito... (como si me hubiese tragado una serpiente y con su lengüecilla bífida, intentase atravesarme el corazón), sentí un picotazo aquí en el costado... ¡sí; ya me habían crecido los pechos! ...Mi madre que se hallaba cerca lo notó en seguida; entonces observó: "Pero qué delgada estás, hija..., qué te ha ocurrido tan de repente; no te habrá venío la regla... (y encarándose) ¿has vomitado, cielo?" No madre, contesté oteando de nuevo el horizonte. Pero ella, con las gafas a punto de escapar de su nariz aguileña, adujo: "Si viviésemos en el Medievo sospecharía del Diablo... Y, retomando la labor, insistió: Eso, seguro, fue que te picó la fe... o que quieres ser artista... ¡que pa el caso es lo mismo! Aunque, ahora que caigo, también podrían ser síntomas... primeros brotes de mujer_pantera... ¿no sientes como si te faltara el aire; así como un cosquilleo que te recorre desde allí hasta el corazón... y luego te anida aquí, justo en el cogote? Pues vas a padecer eso... Mira (continuó en tono confidencial y dejando de nuevo que se deslizaran sus gafas) tu abuela, la madre de tu padre, me refirió en cierta ocasión que tu abuelo paterno, cuando era jovenzuelo, fue en una expedición selecta, organizada por el Frente... ése que usa más brillantina que nadie, a Africa Ecuatorial y que, allí, sentado en la selva, fue mordido por una pantera..."
__Pues, igualito, igualito le ocurrió a mi abuelo...; lo que pasa es que a él le mordió en la Sabana, aunque para el caso es igual... ¡Y, también, que el síndrome se manifestó con otro cariz...!: Aquel año, no sé por qué, me catearon todas las de tercero; por las noches, al rescoldo de la osa mayor, me atenazaban primero el insomnio y después el sueño...; te sentías... ¡cómo decirte! atrapada en una jaula de grillos... con aquel ronroneo y la voz que gritaba: "¡Laura, Laura, Laura!" Mi madre, advirtió una mañana: "Qué ojeras más interesantes luces; ¿no será, hija mía, que padeces ataques descabellados de sensibilidad...? ¡Quién aseguraría que no estás preñada!"
__¡Por favor, dime antes de continuar; resuélveme esta duda __exhorta Beatriz, nerviosa, a su ausente amiga__ ¿...Y los fuertes calambres, también a tu abuelo se le calmaban con el polen de esa flor tan exótica del Himalaya que llaman Marifasa?
__¡Pues claro; de qué si no me iba a venir esta afición tan apasionada por las azucenas! __Responde Laura, muy resuelta al volver en sí.
__¡Huy, qué coincidencia...!
__Efectivamente; según hallazgos recientes a todas nos empieza de manera análoga..., así como un bocado en el mediastino... o, en su defecto, ciertas inclinaciones por las artes en general. Y lo más curioso es que todas respondemos positivo a estímulos de flores raras.
__Menos a las personas normales que, según me han contado __objetó Beatriz lamiéndose una a una las yemas de los dedos__, andan criticando de ellas que de la noche al día dejan de jugar a las muñecas, empiezan a observarte de soslayo, con cara agria y cola de caballo bien pulida, y...
__¡No exageres, qué miedo me das!
__Bueno, eso argumentan personas mucho más experimentadas e instruidas que nosotras, y aducen, con peor intención aún, que igual les ocurrió a sus antepasadas: al sufrir la primera menstruación, de una luna a otra, se transformaron en futuras esposas... Y a todas... ¡fíjate!...a todas les encantan las flores domésticas.
__¡Qué suerte...! ¿Y... (pregunto) sin sufrir tanta calamidad?
__¡Hombre; son buenas y creen en los Santos Sacramentos desde el principio...!
__¡Ah!
Se acerca un camarero con pasos elásticos, esmokin color guinda en anís, cogote bien rasurado y rubio, la espalda rígida, y cierto desdén en la manera de sostener la bandeja. De perfil, con singular arqueo de cejas y levemente torcida la boca hacia el carrillo izquierdo, dispone otra botella de vino de valdepeñas sobre el velador, la descorcha, abrillanta el pitorro y llena otras dos copas relucientes. Tras suspirar aparatosamente va a situarse entre las dos mujeres_pantera. El bucle rizado que le cae sobre la frente abombada dota a su mirada de un categórico maniqueísmo:
__¡Por favor, un poco de discreción; se os escucha en toda la plaza... __Y las informa quedamente__ ...He oído que rondan guardas por aquí...
__¡A mí, ni fu ni fa! __Declama con quebranto Beatriz. Mas al punto ironiza Laura:
__¿Vas a argüir que somos las únicas...?
El Sueco __así se moteja a este paria rubio llegado de un pueblo cordobés__, poseído de ardores ancestrales, se lanza hacia la oreja descubierta de la pelirroja, intentando introducir su lengua que pinga de saliva espumosa. Ella, dignamente, tras abofetearle con la misma mano con que anduvo colocándose el pendiente, le recrimina:
__No pienses, por un momento, que puedes permitirte tales licencias porque la malaventura de un antepasado nuestro nos haya dejado en herencia esta ambigüedad... ¡Cabrón! Nosotras follamos si queremos y con quien nos da la real gana; por supuesto, jamás con humanos rubios... ¡no somos la burra de tu pueblo!
__Por favor, Beatriz, no sigas; no le atosigues... que precisamente los rubios humillados y ofendidos tienen muy mala leche!
__¡...Si es que me saca de quicio!
__¡Señoritas... __atrevióse a zaherir el Sueco, una vez notó en sí mismo que podía hacerlo sin acento andaluz__, por favor, si no se comportan como personas, me veré obligado a despacharlas... o, a... no servir más valdepeñas... __Y, según se retiraba con gesto estoico, exclamó__ ¡Y veremos mañana; que ya tenemos Guardia de Seguridad!
__¡Crápula, más que crápula! __insulta a gritos Beatriz__ A éste ¡te aseguro yo! le está poniendo el jefe el culo como un bebedero patos. __Concluye más serena. Pero con actitud interrogante y, fija en su amiga, prosigue:
__Hablemos ahora de necrología... ¿Cómo notaste por primera vez los insaciables deseos devoradores?
__¡Uy, tú; qué pregunta tan capciosa!
__Dicho con veracidad periodística: ¿de qué manera y cuándo diste asueto a tus perversos instintos?
__Pues, con franqueza, a muy temprana edad descubrí mi afición a los pequeñuelos; tan rosaditos, con esa carne que más que eso parece pudín de melocotón; sin vello alguno, las uñitas tiernecitas, la baba tan generosa y trasparente... ¡No me digas que no son un gusto! Te contaré: El primer año que fui de vacaciones al pueblo de mis padres, pero sin ellos, no hacía dos meses que mi prima Pilar había parido una niña... Me hubiese gustado que la vieras; ¡con esos ojos, ese brillito en la nariz...! Y, supuesto que yo tenía la edad propicia, me la confiaban cada tarde para su ración de fresco junto al río... Parecía un pastel sobre el capazo aquel de paja dorada revestido de puntillas pálidas; además se portaba tan bien... ¡era tan encantadora!
__Laura, hija, me estás poniendo los bigotes de a vara.
__¡Es que no puedes figurarte...! No la quitaba ojo; cada rasgo, la mínima protuberancia en la piel, los más ínfimos desvaríos en su mirada... Y, para colmo, aquellas corroedoras dudas mías que iban a volverme loca: ¡me la como o no me la como...! ¡Pues, me la comí! No recuerdo cómo, pero cuando fui a ver no me quedaba ni lo de la mano. ¿Qué hago diosmío? Atormentábame una y otra vez. ¿A quién le explico mis debilidades ahora que el párroco se fue de vacaciones?
__¡Menudo tinglao!
__No te puedes hacer idea. LLegó un momento que, como versa Percy Bysshe Shelley, sólo respiraba para suspirar. Y siquiera entre vómito y vómito... ¡Se me puso un cuerpo!
__¡No me extraña; es que la carne tan tierna es muy indigesta!
__Así que, desde esa maldita vez, jamás he tocado un pelo a miembros de la familia, siempre a desconocidos... y no a muchos; ¡me he hecho casi vegetariana! Bueno, en realidad sólo ingiero chucherías, Valdepeñas...
__Es que; menuda responsabilidad... ¡Ay Jesús! Sabes que me siento triste; de no ser por esa música me echaría a llorar... ¡o precisamente por esa música estoy gimiendo ya como una idiota!
__¿Pero, qué música? __Pregunta Laura en tono recusador. La voz angelical de su amiga prosigue:
__No sé si la dicta mi conciencia; si la interpretan en el firmamento santos agoreros..., pero aseguraría que suena una triste balada de trompeta. Sin embargo aun sospecho que quizá sean los vientos que cada atardecer levanta el sol con propósitos maquiavélicos... o simples caprichos de la naturaleza tan frecuentes en otoño... Mas real sí parece ¡coño! la visión tan descollante de la callejuela próxima a la fuentecilla, aunque se haya tornado roja como la antesala del infierno.
Entre vaho avanza un apuesto africano tocando su trompeta relumbrante. Viste traje de seda gris ceniza, camisa azul deslucido, corbata italiana negra y dorada, y un sombrero de fieltro marengo ligeramente sesgado hacia atrás. Se contonea en pos del instrumento; tras insistir terco hacia el asfalto arremete contra horquillas de golondrinas, que aterradas se expanden por el cielo en estallido... y contra los clientes de la terraza, que huyen también pavoridos por callejuelas adyacentes. Las mujeres-pantera, presas del embrujo, intentan rugir la melodía.
__¡Qué pena que la canción que interpreta el negro no sea propia para felinos... o que él no sea un gato! __Se lamenta Laura con lágrimas en los ojos. Y añade balanceando la cabeza:
__Tengo un nudo corredizo aquí en el pecho que, como no desfogue, me va a estrangular.
__Pues, chica, vamos a ello.
__¿Sabes qué he pensado? ...Hacer un pequeño trueque: donde dice MY MAN cantar nostras MY CAT.
__¡Qué idea tan fenomenal!
CANCION: My cat

Oh, my cat I love him so,
He'll never know.
All my life is just despair,
But I don't care.
When he holds me in his arms, the world is bright,
All right
What's the difference if I say
I'll go away,
When I know I'll come back on my knees some day
For whatever my cat is,
I am his
Forevermore.

It cost me a lot,
But there's one thing that I've got --
It's my cat.
Cold and wet,
Tired, you bet,
But all that I'll soon forget
With my cat.
He's not much for looks,
And no hero out of books
Is my cat.
Two or theree girls has he
That he likes as well as me,
But I love him.

Oh, my cat I love him so,
He'll never know.
All my life is just despair,
But I don't care.
When he holds me in his arms, the world is bright,
All right.
What's the difference if I say
I'll go away,
When I know I'll come back on may knees someday.
For whatever my cat is,
I am his
Forevermore.

Al tiempo que interpretan la canción __ejecutando a la par un sucinto, breve y sencillo número coreográfico__ el africano avanza altivo, mirando al frente y con paso cansino... como si la suela de sus zapatos, por un instante, se pegara al alquitrán. Ya en el otro extremo, se vuelve desafiante, suelta la trompeta sobre el suelo y vuelve a recorrer el camino con las manos en los bolsillos, los párpados entornados y una sonrisa soñadora. El último rayo de sol despierta en el instrumento abandonado destellos agonizantes... que debilitan el eco espectral aún perdurable.
Beatriz y Laura, con ojos rasos y centelleantes, despiden al músico. Y tras ejecutar ese ademán displicente, tan característico en los personajes del musical de Broadway, se sientan:
__¡Qué a gusto me he quedado!
__Pues yo ni te cuento... ¡llevaba días ansiando cantar, y no sabía qué! ...Ahora sí atino a comprender por qué mujeres de características tan adversas necesitan incluir esta canción en su repertorio.
__Pero, cuáles y tantas son esas intérpretes.
__Pues..., Sara Montiel, Billy Holiday, Barbra Streisan, Edit Piaf, Mina... ¡no sé! ...y un largo etcétera.
__Efectivamente; de vez en cuando, a lo largo de la historia, el género femenino, ya sea felino o no, se ha visto abocado a interpretar una canción de estas... ¡para seguir viviendo, al menos!
__Ahora que adquieres ese tono apocalíptico... de teatro experimental ¡Laura! quiero que consideres lo que voy a decir...
__No me vengas con monsergas.
__Laura, por el amor de Dios...¡escucha!: Aunque sé, por bocas fiables y de primera mano, que el presupuesto del Estado destinado a mendicidad no contempla tales matices, esta mañana me he atrevido a implorar al guardián del zoo, un hueco en mi jaula... ¡me da tanta pena que duermas acurrucándote tras cualquier seto! ¡Mira, te vas a destrozar la ropa!
__¡No creas; estoy acostumbrada! ...Cada mañana lavo mis prendas en una fuente... ¡que es una preciosidad! y, mientras se orean sobre setos de laurel, me doy un baño en un lago cercano, completamente desnuda... Es el único instante del día reservado para la reflexión: nado de espaldas y mirando al cielo...
__¡Qué burguesa!
__...A veces se posa en mi vientre una golondrina amiga... un ruiseñor sin ventana de enamorada... una paloma con mensaje y sin destino.... la hoja de un libro de poesía... ¡qué gusto, chica!
__¡Uf; nunca lo he probado!
__Es una experiencia maravillosa...
__Por cierto, dónde planchas la ropa...
__La extiendo sobre la plataforma pulida del cenotafio..., ése de mármol de Carrara erigido en memoria de un torero muy afamado en su tiempo, y, con una plancha a pilas, la dejo como nueva... ¿cómo, si no, iba a plancharla?
__¡Chica, eres diablórica!
La luz se torna violeta; el tiempo parece detenerse en el punto álgido donde tan difícil es distinguir la noche del día, el atardecer del plenilunio...; y de no estremecerse las hojas y bigotes de las mujeres-pantera creeríamos estar ante una fotografía.
__¡Qué frío y qué espeluzno, Beatriz!
__Ahora que recuerdo; en la jaula he olvidado un jersey de punto que he tejido... para que duermas calentita.
__No te preocupes; siempre duermo divinamente...
__¡Pues, ya me dirás cómo...! ¡Escucha; qué ruido tan inquietante! Parece que se oyeran...¡ ¿no escuchas tú violines?
__Estás delirando... ¡qué violines ni qué gaitas...; es el Sueco que, al secar con brío y una bayeta limpísima la cristalería, parece tocar doctamente el violín...
__La verdad, imita bien el sonido... Aunque, de ser como propugnas, el Sueco realizaría sus funciones con tal ritmo, esmero y pulcritud... que, evidentemente, más que limpiar hasta él mismo sentiría estar interpretando... Sin embargo no consigo dejar de escuchar violines...
__Mira, Beatriz, no te extrañes si cualquier día te trasladan del zoo a un circo...
__¡Escúchame tú; Laura! Una se puede conducir con ligereza, con ardor... ser promiscua, pero siempre teniendo presente la llegada del otoño...
__¡Oyeme a mí también, Beatriz! Sabes que mi ineluctable opinión es que siempre, por la mañana, se debe lanzar una moneda al aire. Si se presentara de cruz, te arrodillas y, recogiéndola, pides disculpas... Vuelves a arrojarla tantas veces como sea necesario... hasta que se presente de cara. Eso es la suerte o el destino como coño quieras llamarlo!
__Sí... ¿Y el invierno?; también se puede llamar destino al mes de Febrero?
__¡Camarero! Una botella de Valdepeñas, que esta demente pantera siente sed.
El Sueco se aproxima denodadamente, adecuándose los rizos de la frente con gesto neurótico. Una vez junto a ellas, y sin apartar la mano del cabello, se arrodilla implorando:
__¿Acaso carecéis de entrañas? ¡Tengo mujer e hijos!
__Siempre con lo mismo... ¡Acércate una silla...! ¿no te gustaría que dos felinos como nosotras arrancásemos tu piel a tiras...?
Beatriz, contagiándose de la amiga, añade ipso facto, pero con voz quebrada, susurrante:
__¿Que con estas lengüecitas frías... te lamiésemos la sangre?
El rostro del Sueco, al ver que cada una de ellas muestra su lengua más juguetona si cabe, sufre una espectacular transmudación; su tez adquiere tono, brillo y textura de fiebres tropicales; sus ojos, ascuas vivas, se paralizan consumiéndose dentro de lagos gemelos...; y sus labios, hasta ahora malecones en defensa de incesantes alubiones de saliva, comienzan a hacer aguas por las arcadas de sus flancos... En definitiva parece un perro rubio en éxtasis. Laura, preocupada no tanto por él como por la formas y maneras, con una sonrisa dulce y cómplice a un tiempo, mira a Beatriz para sentenciar:
__¡Es aún peor que un gato en febrero!
__Pero igual de irresistible...
__¡Qué prosaicas; no existe peor calaña! ¡Ya os advertí, bichejas! __Las palabras le brotan recamadas de saliva brillante, y, hurgándose bajo el sobaco, procura denuestos cada vez mejor y más floridos__ ¡Arpías; ...más todavía que las profesionales! ¡Pelanduscas! ¡Casquivanas! ¡...Putas!
Se ha roto la armonía. El barullo crece y vertiginosamente se expande trenzado con gritos, olores y ruidos de espumaderas... Culminando la confusión se oyen disparos. Ahora nada se mueve. Sobreviene un delusorio silencio; un bienestar huero. Sin embargo, tras la tregua, rebrota el batir de huevos para tortilla, el frufrú de frondas y telas, el silbido del viento... El Sueco, empuñando un arma, mira en derredor, confuso y despeinado; después detiene su estrabismo entre las dos mujeres-pantera... las cuales se escudriñan antes de derrumbarse sobre el suelo. Él arroja entonces el arma junto a las rosas del arriate y huye. Ellas, ignorándole, se buscan palpando como dos invidentes... Y, ya convertidas totalmente en lustrosas panteras Asiáticas, comienzan a cantar:
CANCION: SOMEWHERE
Leonard Bernstein/Stephen Sondheim
de la obra "West Side Story"

There's a place for us
Somewhere, a place for us
Peace and quiet and open air
Wait for us, somewhere

There's a time for us
Someday, a time for us
Time together with time to spare
Time to look, time to care
Someday

Somewhere we'll find a new way of living
We'll find a way of forgiving
Someway.

There's a place for us
A time and place for us
Hold my hand and we're halfway there
Hold my hand and I'll take you there
Somehow
someday
someway

Se escuchan gruñidos que recaban el alma. A vista de pájaro observamos una plaza redonda e iluminada por resplandores de luna llena y otros que proyectan ventanas y balcones, de par en par. En el centro, donde no alcanza directamente la luz, apenas se percibe una fuente, unas sillas, sus correspondientes mesas y dos animales yertos junto a una de ellas. Las campanas de una iglesia remota tañen melancólicas. Las dos panteras se incorporan lentamente y, tras sacudirse y oler una a otra los bigotes, se dirigen cada cual a una callejuela distinta. Se despiden con un elegante alzar de zarpas y se alejan.

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