miércoles, 29 de abril de 2009

TALISMAN

T A L I S M A N

de ANTONIO GARCIA MONTES

28 de mayo de 1.991

"Podrías dejar de leer un instante y mirarme el careto... ¡no estoy tan mal: las pibas comentan que tengo unos ojos muy chispeantes!" Para disimular su interés por la altivez morena de un muchacho tan joven y el indiscreto temblor en sus rodillas, posó el libro que estaba leyendo junto al bies de su falda verde procurando cubrir el trozo de muslo expuesto al sol, se colocó con el índice tieso las gafas de última moda y compuso un gesto distante. Aún pudo ocultar, mientras se recostaba lentamente sobre el respaldo del banco de madera, un suspiro repentino: batió la mano..., como si saludase al remero de la piragua vieja, larga y añil, que en ese instante seccionaba de parte a parte la superficie asalmonada del lago. Sin embargo, no pudo atajar la intermitencia de unas bocanadas tibias que le azotaban la franja de cuello desprotegida entre la blusa de seda blanca y la melena caoba. ¿Qué hacer... __se preguntó, cerrando los ojos__ fijarme en la estela que dibuja la barca; ponerme de pie y después zambullirme en ese espejo que se torna rojo...? Descabellado. Pero, ¿y si con ello despierto en él la verdad que todo ser humano lleva escondida? Entonces escuchó el chip de un mechero... luego una exhalación espesa y poderosa... Y al instante notó en sus labios un calor áspero y amargo:

__Me parece que estás precipitando acontecimientos.

__Para nada. Lo que me sobra, tía, es intuición: Siempre que abordo a una piba detecto sus ansias al momento... ¿a que te he ofrecido lo que querías?

__Sí; pero, cómo descubriste que era precisamente un cigarro...

__Instinto; puro instinto.

--¡Anda, no digas tonterías..., Fantasma!

__¡Tampoco te pases, Chorba...! Soy pacífico, muy pacífico..., pero, si me hinchan los güevos, llego a ser un nene muy malo.

__Con esa cara, ¡vamos, anda! Nadie que sonríe así consigue desprenderse... Y tampoco te excedas, ¡que puedo ser tu madre!

Ella, mientras hablaban, se iba prendando de la boca del intruso... que, en contraste con los rasgos bruscos, se perfilaba fresca e infantil; veía cómo su labio de arriba respingaba, al compás de una respiración acelerada, fogosa... __quizá fuese aquel ritmo lo que procuraba a su perfume una intensidad tan cálida y ácida; y a su flequillo lacio (cubriéndole media frente) ese ligero temblor__ y cómo quedaban al descubierto las paletas grandes y perfectas. Sin embargo el labio de abajo se mantuvo rígido, crispado; tal vez sosteniendo el ímpetu de su lengua juguetona.

__Sonrío así porque de esta manera luzco mejor..., ¡le gusto más a las Tías! Siempre me lo han dicho. Sin ir más lejos, anoche, cuando mis colegas y yo regresábamos del gimnasio, la puta (que siempre nos incordia escondida tras la esquina de un callejón oscuro) me soltó: ¡Cuánto daría yo por comerme la sonrisa que tanto encanto presta a esos labios traicioneros!

__Hombre, ¡qué éxito!

__¡Y eso no son más que bagatelas, comparado con lo que me sueltan las pibas en los conciertos de rock...! Ya te he dicho que con este morrito logro lo que no está en los escritos. Y con este chisme lo demás.

Lentamente, con delicadeza, casi con mimo, fue él desenfundando la pistola; empuñándola con fuerza de la culata de madera lustrosa y desgastada; después la dejó caer sobre la palma de su mano izquierda __sopesándola__, mientras con la derecha hurgaba mesurosamente el gatillo como si le hiciese cosquillas a un cachorrillo en la tripa.

__¡No exageres...! ¡Seguro que no está cargada!

__¡Compruébalo tú!

Bruscamente se la ofreció sujeta por el cañón. Pero al ver cómo ella se retraía asustada contra la esquina del banco, lanzó al aire el arma, a la vez que se erguía para cazarla de nuevo al vuelo:

__Con estas cinco balas que quedan en la recámara soy capaz de dejar seco al primero que se ponga tonto.

__¿Tan buena puntería calzas?

__Sin tirarme el moco, te diré: que, en el examen de ingreso para Agente de Seguridad, he quedado el número wane.

__¡A que no eres capaz de atinar al poste aquel; en la otra orilla del lago?

__Qué pasa, ¿me tomas por un imberbe? Estoy dispuesto a tumbar a cualquiera que se propase; aunque corra más que una liebre.

__Bueno, ¡eso habría que verlo!

__¡Tía, no me provoques! ...Esto no es de plástico.

De nuevo le tendió el arma. Pero esta vez ella alargo la mano insegura, con el cigarro aún entre los dedos, hasta tocar el extremo del cañón.

__¡Qué fría está!

__¿Quieres comprobar cómo la caliento?

Con el arma fuertemente empuñada por ambas manos, los brazos rígidos __a la altura de sus ojos dementes, inquietos, enrojecidos, centelleantes...__ y las piernas a horcajadas sobre el banco, el intruso se puso a impulsar a un lado y otro "a caballito" el respaldo , ayudándose sólo con las piernas tensas, tersas... como en un espasmo nervioso; sin percatarse siquiera de que ella se había tapado los oídos y lanzaba alaridos, fuera de sí.

De repente se oyó un disparo seco. Y, mientras el eco se expandía sobre el lago y a través de los árboles, vapuleando las bandadas de pájaros que encontraba al paso, los dos quedaron quietos, sin siquiera respirar, fijos uno en el otro. Así pudo comprobar ella cómo al fruncir él el entrecejo hirsuto aun se le ocluía el agujero entre los labios. Él despreció su mirada ansiosa y dirigió la suya a poniente. Allí la piragua, que momentos antes cruzaba el lago, había dejado de batir sus remos y se detenía en el centro con el piragüista tronchado a babor. Entonces miró al regazo donde aún la mujer retenía el libro.

__¡Seguro que no ha muerto...¡ __aseveró al intruso mirando el cañón que aún humeaba en sus manos.

__Sí, ha muerto... Sí, ha muerto...

__¡Cállate imbécil...!

Volvieron a sonar cuatro disparos. Los ecos se persiguieron entre los árboles para recostarse después en la superficie plateada sin turbar el sueño del piragüista. Luego, una bandada de golondrinas se formó en herradura dirigiéndose hacia donde acababa de ponerse el sol. Por un instante pareciese que se había parado el tiempo, el ruido propio de la vida... incluso se eclipsó lo que se podría vislumbrar desde el punto adonde se encontraba la pareja.

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